EXPERIENCIA
INOLVIDABLE
(CEE)
El Escribano se sienta de nuevo ante su atril para contar, en primera persona, la experiencia, que tuvo el pasado mes de marzo, poco antes de que la pandemia que padecemos rompiera en dos nuestras vidas. Es una experiencia que el Escribano no va olvidar nunca y que puede que le haya abierto los ojos a su verdadera vocación: la de contador de historias.
Empecemos por el principio.
Cierto día me encontraba en el hall del Centro y se cruzó conmigo María Luisa, la profesora que se ha quedado como encargada de la Biblioteca del Ponce de León en sustitución de Esther, quien me pidió hablar de un asunto que me quería proponer.
Cuando pudimos hablar tranquilamente me propuso que, ya que yo tenía cierta pasión enfermiza por la lectura y los libros, que me atreviese a dar una charla que en realidad serían cuatro charlas repartidas en dos días siguientes, para que los alumnos de los módulos de Jardinería e Instalaciones Eléctricas, tuviesen el hábito de la lectura. La propuesta, al principio me pareció descabellada en imposible de realizar por culpa de mi timidez y el miedo que sentía yo al hablar en público ante tanta gente. Le comuniqué a María Luisa mis temores y me tranquilizó diciendo que tanto ella como Mari Mar, me iban a ayudar preparando previamente el acto. Durante varios días estuvimos los tres reunidos en nuestra querida Biblioteca preparándolo todo, ensayando la que luego sería mi historia.
Cuando llegó el primer día de la primera charla reconozco que estuve bastante nervioso y no sabía a quien mirar y qué decir. Previamente había escrito un pequeño guion literario para tener muy claro lo que debía decir. En este guión contaba cómo me picó a el gusanillo de la lectura. Contaba que, cuando yo era estudiante, nuestra profesora de Literatura intentó incentivar en nosotros tal hábito, primero, leyéndonos en clase capítulos enteros de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, experiencia que a mí personalmente me gustó mucho, tanto, que cuando acabé mis estudios inicié la aventura de leérmelo completo, cosa que hice en cinco ocasiones. Luego conté que mis primeras lecturas fueron la colección de “El Club de los Cinco”, de la escritura de literatura infantil Enyd Blyton y una colección de cuentos ilustrados por María Pascual, que se publicaron hace casi cuarenta años.
Quizá lo que más les interesó a ambos grupos fue cuando conté que, durante la friolera de treinta años, estuve buscando un extraño libro llamado “El Caballero del Verde Gabán” y del que perdí la pista durante esas tres décadas y al final el Destino me recompensó encontrándolo en una librería de libros de segunda mano.
Cuando acabé de contar mi historia estaba preparando una tanda de ruegos y preguntas y, reconozco, que algunos alumnos se interesaron por lo que les había contado.
Al final de las cuatro charlas, concretamente en la última de ellas, recibía la grata sorpresa de un par de obsequios que me hicieron, un pequeño juego de escritorio y un un libro con las páginas en blanco donde tanto ellos como los monitores de cada grupo me escribían una pequeña dedicatoria dándome las gracias por todo y aconsejándome a seguir con mis sueños.
Si alguno de los que estéis leyendo esto formabais parte de aquellas charlas quiero agradeceros las palabras de aliento que habéis dirigido en aquel libro de firmas ya que, cuando estoy un poco deprimido, me basta leer vuestras dedicatorias para levantarme el ánimo.
El Escribano.